martes, 14 de agosto de 2012

Recientemente he sido testigo de una anécdota provocada por este parque basicamente sensorial y que podríamos catalogar como curiosa, aunque a mi me llegó a emocionar y cuando lo cuento la gente me mira entre sorprendida y admirada...
Era casi medio día de una mañana de primavera,que aunque fría el sol brillaba en todo su esplendor. 
De repente unas voces procedentes del pequeño jardín del hotel rural interrumpieron mi quehacer, provocando que saliera al encuentro de tres mujeres, dos de ellas de  mediana edad, claramente lugareñas y la tercera con aspecto de extranjera, quien resultó ser norteamericana.
Las lugareñas que hacían las veces de interpretes, guías o embajadoras según se quiera ver. Me preguntaron por Felipe y Rosa, refiriéndose a mis padres.
En breves minutos, aunque no a la vez aparecieron ambos. Al verles la norte americana comenzo el siguiente relato
" Hace unos años, pase por delante de la tapia del jardin siguiendo la ruta de la Plata hacia Santiago. Al bordear sus muros y asomarme por  la cancela principal, senti la necesidad de recorrer sus paseos...algo muy fuerte me incitaba a hacerlo y aunque no llevaba dinero para pagar la entrada, uds fueron tan amables de querermelo enseñar. Me apasiono su diseño su capacidad de transmitir sensaciones, sus arboles con sabor a leyenda...Tanto es así que he vuelto. Estoy segura de que uds no se acuerdan de mi, sin embardo aunque he tardado unos años en volver, al fin he vuelto...Me gustaría pagar la entrada de aquel día y la de hoy, pues me hace infinitamente feliz el poder recorrer de nuevo sus  paseos".
No es el primer caso en el que el magnetismo positivo del jardin atrae de una manera tan fuerte, incitando a las personas a meditar. Me gusta que sea así!

No hay comentarios:

Publicar un comentario